El 14 de abril, día soleado y tranquilo, el departamento de Cultura Clásica (Isidor), de Filosofía (Pedro) e Historia (Emilio) de nuestro querido IES Las Sabinas partimos con los alumnos y alumnas de 4º de ESO de Latín y de los Bachilleratos 1º y 2º de Humanidades y Ciencias Sociales hacia las ruinas arqueológicas de Segóbriga, histórica ciudad primero celtíbera y luego romana, que tuvo gran importancia económica y estratégica en la época de Augusto. La principal actividad económica de esta ciudad fue la extracción y comercialización del lapis specularis un yeso cristalizado que se utilizaba para pavimentar las casas señoriales como la Domus Aurea de Nerón y para fabricar cristales traslúcidos para las ventanas hasta que se descubrió la manera de fabricar cristal a partir de la arena de sílice que todavía se utiliza actualmente y que conllevó la ruina económica de la ciudad. Después de visitar los restos arqueológicos de la ciudad y tener la sensación de que habíamos llegado dos mil años tarde, asistimos a la representación de Los Persas de Esquilo que fue de lo más entretenido. Después nos dirigimos hacia Alarcón y llegamos con retraso, digamos que una hora, por lo cual casi nos quedamos sin poder comer, menos mal que la mayor parte de los alumnos nos hizo caso y llevaban bocadillos. Los profesores no llevábamos de nada y la gobernanta de la cocina del Parador nos vio tan famélicos que accedió a nuestras súplicas y nos sacó algo de queso y un poquito de pan. Se me olvidó decirles a nuestros chicos y chicas que llevaran protector solar y algunos parecían cangrejos de río. A eso de las cinco, nos encontramos en la plaza del pueblo con la guía turística que nos enseñó Alarcón de cabo a rabo. Siendo un pueblo tan chico tiene cuatro iglesias y un castillo imponente. Una de las iglesias está desacralizada y uno tiene, al entrar, la impresión de que se han metido unos ocupas y la han pintarrajeado, pero resulta que es una obra de arte del artista Juan Mateo y está protegida por la UNESCO y la guía se extendió explicando el interesante simbolismo de cada pintura. En las otras iglesias conviven el estilo románico, el renacentista, el herreriano y el plateresco. El castillo perteneció al Infante Don Juan Manuel, señor de Villena y autor de El conde Lucanor. Acabamos experimentando el síndrome de Stendhal que padeció el ilustre escritor francés al visitar Florencia y que consiste en sufrir mareo y confusión ante una sobredosis de arte. Llegamos tarde a El Bonillo, sólo un par de horas, una minucia comparada con los veinte años que tardó Ulises en llegar a Ítaca o los cuarenta años que tardaron los israelitas en llegar a la tierra prometida.